LA OSTEOPOROSIS


Por Dra. Pilar R

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El rendimiento físico varia a lo largo de los años, siendo el momento óptimo durante la juventud y presentando un descenso continuo a partir de los 35 años, para hacerse más resaltado desde los 55-60 en adelante, como consecuencia de los cambios fisiológicos propios del proceso de envejecimiento.

Cada vez hay más personas que sobreviven hasta una edad avanzada y cada generación vive más que la anterior, es decir que la expectativa de vida ha aumentado y por lo tanto estamos llegando a una cuarta edad, para diferenciarla de aquellos que si bien tienen 65 años presentan una vida activa.

EL EJERCICIO

Son muchas las tendencias e investigaciones al respecto de los beneficios del ejercicio en la osteoporosis, se plantea que la actividad física moderada, aún en personas con osteoporosis, puede reducir el riesgo de fracturas. Los efectos positivos que tiene una combinación de actividad física y terapia hormonal puede dar a los pacientes la confianza para volver a la actividad regular y puede promover la interacción social.

Durante la práctica de ejercicio, la apropiada nutrición es necesaria para prevenir perdida excesiva de peso, y evitar el deterioro de la función inmune, mediante la suficiente aportación de proteínas, vitaminas y minerales. La inmovilización debería ser evitada en pacientes con osteoporosis o con riesgo aumentado. En conclusión, la osteoporosis es más fácil de prevenir que de curar, mediante hábitos de vida saludables incluyendo una actividad física adecuada.

El Colegio Americano de Medicina Deportiva en el tema de Osteoporosis y ejercicio (Drinkwater-BL, Grimston-SK, Raabcullen-DM, Showharter-CM,1996) afirma que no hay evidencias de que el ejercicio solo o acompañado con dieta de calcio pueda prevenir el rápido decrecimiento de la masa ósea en los años inmediatos a la menopausia, llegando a las siguientes conclusiones:

  1. La actividad física es esencial para tener el peso normal, así como el desarrollo y mantenimiento del esqueleto.
  2. Las actividades centradas en la fuerza muscular pueden también ser beneficiosas, particularmente para que los huesos no disminuyan de peso.
  3. Las mujeres sedentarias pueden incrementar su masa ósea escasamente, si llegan a ser más activas, el beneficio principal del incremento de actividad puede ser evitar la pérdida de masa ósea que ocurre con la inactividad.
  4. El ejercicio no puede recomendarse como sustituto de reposición de terapia hormonal durante la menopausia. El programa óptimo para mujeres mayores incluye actividades que incrementen fuerza, flexibilidad y coordinación, que indirecta, pero efectivamente, reduzcan la incidencia de fracturas osteoporóticas y disminuyan la posibilidad de caídas.

 VALORACIÓN DEL EJERCICIO

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La base de la valoración del ejercicio para los adultos mayores es similar a la de la población adulta, teniendo un adecuado conocimiento de los efectos que la edad tiene sobre las variables medidas en la valoración, los cuales son de vital importancia para lograr que la prueba sea segura y efectiva.

Es importante conocer:
  • Cambios ocurridos con la edad.
  • El envejecimiento fisiológico no es uniforme entre la población, por lo cual es relativo definir a los adultos mayores por una edad o un conjunto de edades cronológicas específicas. Los individuos de la misma edad pueden diferir en su estado fisiológico y en su respuesta a los estímulos del ejercicio.
  • Es difícil distinguir los efectos cuya causa es un fitness bajo, el declive que acarrea el envejecimiento o las enfermedades.
  • Es inevitable envejecer, tanto la velocidad como la reversibilidad potencial de este proceso son susceptibles de ser cambiadas.
  • Hay que tener en cuenta que el paciente puede tener una enfermedad latente o activa, por lo cual es recomendada una revisión médica antes de la prueba de esfuerzo máxima o la participación en un ejercicio vigoroso.

 PRECAUCIONES

  1. Programas de ejercicios menos exigentes por la menor capacidad de trabajo.
  2. Establecer periodos de descanso apropiados y no exigir esfuerzos continuos y prolongados que lleven al agotamiento.
  3. Tener cuidado con las temperaturas extremas.
  4. Es necesario un chequeo médico periódico para prevenir alguna enfermedad.
  5. La posibilidad de osteoporosis obliga a ciertos cuidados; un estilo de vida que incluya ejercicios físicos moderados en intensidad, previene la desmineralización del hueso.
  6. Una actividad física reglada, continua y adecuada retrasará los perjuicios que presentan las personas por el proceso de envejecimiento fisiológico y mantendrán por mayor tiempo la utilidad de las personas de la llamada "tercera edad".
  7. Hay que tener en cuenta que las personas de avanzada edad llegan a rangos aeróbicos con mayor facilidad por lo que la intensidad de una clase para personas mayores deberá ser menor que para otros grupos; es necesario considerar la toma de frecuencia cardiaca para controlar la intensidad del ejercicio.
  8. Debido a la mayor fragilidad ósea por la osteoporosis y a la propensión a las lesiones de ligamentos y tendones, no se deben recargar las articulaciones con sobrecargas importantes.
  9. Debido a la falta de coordinación, debemos ejecutar ejercicios que puedan efectuar en forma apropiada para evitar que se produzcan frustraciones.
  10. Un buen trabajo muscular localizado será de gran beneficio para la persona mayor, ya que permitirá tonificar los músculos, mejorando su fuerza y movilidad, pero hay que extremar los cuidados de prevención de lesiones en cuanto a las posturas riesgosas.
  11. También hay que implementar periodos mas largos de relajación durante los estímulos (por ejemplo entre un ejercicio y otro dentro de una clase de gimnasia), incluyendo la elongación de paravertebrales cervicales y lumbares, ya que es frecuente la contractura de dichos músculos por la posibilidad aumentada de artrosis.


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